viernes, 23 de junio de 2017

CUANDO ALGUIEN NOS HIERE



Mientras que el planeta está habitado por miles de millones de personas, a veces nos derrumbamos sólo porque una o dos de ellas no nos quieren. Peleamos, nos enojamos, nos deprimimos, perdemos el tiempo pidiendo y penando el amor que nunca vendrá, sin darnos cuenta esas personas no son indispensables y que tal vez su único valor resida en que nos están refregando alguna vieja herida que quisimos olvidar.
Y si alguien nos dice “no me importa lo que digan los demás” y lo hace con demasiado énfasis, puede ser que están mostrando la pared emocional que erigió para bloquear el dolor del rechazo. Somos animales sociales y sentir amor, afecto y pertenencia es indispensable para la supervivencia, de hecho, la mayor forma de castigo es, y ha sido siempre, el aislamiento.
Tendemos a sentir vergüenza frente a estas heridas, por eso las ocultamos. El primer paso entonces será escuchar las propias emociones, para luego poder saber qué hacer: "¿Qué siento?... ¿Miedo en el pecho, traición en mi corazón, enojo en los dientes, humillación en la boca del estómago? …”El paso siguiente podría ser investigar las creencias que cargamos: ¿Tenemos la sensación de no ser suficientes, de no ser valiosos o quizás creemos que somos tontos, sucios, feos o indeseables?
Finalmente, podremos conocer y hasta amigarnos con las viejas heridas por medio de procesos que nos permitan ver cómo y a través de quiénes tomaron forma, qué cosas las disparan, qué lecciones nos enseñan, cómo nos inhiben y por lo tanto qué podría curarlas.
Las heridas son el grito del alma que enuncia el dolor nacido en la falta de contacto humano, al verlas podemos comenzar a sanar la unión con otros para luego liberarlas cuando ya no son necesarias.
Fanny Libertun
http://www.psicologiadelacompasion.org/

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