domingo, 23 de febrero de 2014

Lidiando Con La Divinidad Por Daniel Jacob



La frase "Yo soy Dios" puede ser lo suficientemente intimidatoria como para hacer que incluso la más robusta de las almas caiga en picada al dudar de sí misma. Sería mucho más fácil señalar a alguien que consideramos sabio y decir: "Él es Dios", o reunirnos regularmente con almas afines y exclamar: "Nosotros somos Dios." Después de todo, hay seguridad en los números, ¿verdad?

Sin embargo, tarde o temprano, uno tiene que dejar todos los talleres y seminarios, irse de la iglesia a casa y cerrar la sesión en Facebook al final del día ... así que podemos contemplar largo tiempo nuestro reflejo en el espejo del baño. Y mientras lo hacemos, todos tenemos que lidiar con el más central de todos los temas. ¿Quién es Dios? ¿Qué es Dios? ¿Y cómo se relaciona mi reflejo en el espejo con Él/Ella?


Cuando Moisés, de pie delante de la zarza ardiente, le preguntó su nombre al Dios de la Biblia, la Voz simplemente respondió: "YO SOY." Los eruditos judíos finalmente tomaron esa frase en hebreo y la santificaron. Tanto, de hecho, que su uso directo se consideraba un pecado que se castigaba con la muerte. (Juan 8:58) Tan santa, de hecho, que los antiguos escribas necesitaban una pluma especial para escribir esas palabras, una pluma que se destruía luego, una vez terminada la escritura.


Nada significativo ocurre espiritualmente en el planeta Tierra hasta que algo o alguien considerado "santo" desciende de su montaña de oscuridad y comienza a mezclarse con el hombre común. Y ahora, más que nunca, el antiguo proceso de convertir "los metales comunes” en oro está transformando las corrientes del pensamiento humano de un extremo del planeta Tierra al otro.


Cuando nos detenemos a pensar en ello, decir: "Yo soy Dios" en realidad es redundante. Si Dios/ Diosa / Todo Lo Que Es reside en el corazón de todo y de todos, entonces el simple estado de SER AUTOCONSCIENTES ("Yo soy") llega a ser igual a declarar: "Yo soy Dios".


Y aún si Dios / Diosa / Todo Lo Que Es decide dividir el Nosotros Mismo (*) en fragmentos temporales –con el fin de aprender, divertirse y tener una experiencia sensorial- cada fragmento lleva en sí mismo la esencia creativa caracterizada por la Totalidad, reunida para una ilusión temporal de estar separada, dividida por los Velos del Olvido. ¡Qué proceso ingenioso! ¿Por qué se fragmentaría un Dios Omnisciente y velaría el Nosotros Mismo? ¡Para crear una versión de Nosotros que todavía no recuerda cómo termina la trama de la historia! Para crear una versión del Nosotros Mismo que consiga volver atrás y ver nuestras películas favoritas, una y otra vez, experimentándolas como si fuera la primera vez.



Daniel Jacob – 23 de Febrero de 2014 – Facebook

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