miércoles, 28 de marzo de 2012

EL CAMINO SIN RESISTENCIA...♥



¿Nada se pierde?

¿Todo se transforma?

¡Se pierde la forma!

Quizás ésta sea la dificultad más grande en el tiempo del cambio y con el paso del tiempo: que intentamos aferrarnos a la forma que hemos dejado atrás.

Si el tiempo no es más que el movimiento en el espacio, puede que el tiempo, como nosotros lo percibimos, sea un lugar en el espacio por donde pasa la Tierra. Externamente, para la naturaleza, p.ej. el tiempo de los dinosaurios; o para la historia de la humanidad, el desarrollo de las diversas civilizaciones, las eras, etc.

Si lo vemos subjetivamente sería un lugar o dimensión de nuestra consciencia, en el que percibimos el tiempo de una forma determinada; la niñez, por ejemplo, es un estado determinado de conciencia con una forma de percepción propia.

Ya sea en un caso o el otro, cuando intentamos mantener la forma que se aleja de nosotros (la forma de la juventud, el apogeo del éxito, el enamoramiento con una pareja, etc.) ofrecemos resistencia al fluir con nuestro tiempo, es decir, con el movimiento y la evolución por la que están pasando la Madre Tierra y nuestra alma en el momento presente.

Si no ofrecemos resistencia y simplemente contemplamos lo que (nos) está ocurriendo, si nos ubicamos en nuestro eje central y sólo observamos y fluimos, tratando de comprender qué estamos pasando, por qué, qué significa para nosotros, qué partes se ven afectadas, qué podemos aprender, ayudar, solucionar, crecer, evolucionar…. Si alguna parte sufre y tratamos de comprender por qué esa parte se aferra a ese punto y rechaza la transformación….

Tenemos que comprender lo que significa querer “quedarse” en una forma que no quiere cambiar. O no querer aceptar la forma en la que estamos deviniendo, deseando que fuera otra nuestra realidad.

En ambos casos estamos ofreciendo resistencia al fluir armónico con el presente continuo, y eso nos desgasta y descoloca, apartándonos de nuestro centro.

El camino sin resistencia nos aconseja ser como el agua, entender nuestra conciencia, nuestra identidad der ser luz líquida que fluye con la Madre Tierra y el Gran Espíritu, Inteligencia Universal, en un movimiento que comprende a todo el Cosmos.

Así, como un líquido, pasaremos de una forma a otra sin dolor, en la constante transformación de la evolución del alma.

Nada está quieto.

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